jueves, 12 de enero de 2012

32.- Georges Bataille.

Porque vivo en un mundo técnicamente civilizado a veces siento la necesidad de revolcarme en el barro como un cerdo. Todas las superficies blandas me incitan a ensuciarlas con vida intensiva. Me arrastro sobre ellas y arrojo la suciedad en todas direcciones, trabajo hasta que la superficie se ha agotado. De esta manera realizo la redención de mis contemporáneos y las generaciones futuras.
Otto Mühl. Wiener Aktionismus

¿Cómo puedes saber que cada pájaro que recorre su camino en el cielo es un descomunal mundo de deleite si estás encerrado en tus cinco sentidos?
William Blake. Bodas del cielo y el infierno.

Íntimamente pertenezco al mundo soberano de los dioses, de la generosidad violenta. Yo te retiro del mundo en que estabas y no podías sino estar reducido al estado de una cosa.
Georges Bataille.


Y para recibir bien el año, un sol negro: Georges Bataille, quien tiene la virtud -entre otros- de hacer más terrenal al filosofo poniéndolo a la par de alguien igualmente necesario: el albañil. Dejo lo que entendí -y espero haberlo hecho más o menos bien- de su “Teoría de la religión" y, como busqué imágenes para complementar pero lo que encontraba no me convencía, dejo a los accionistas vieneses, que sus contactos tendrán con lo planteado por Bataille.


Para Bataille, el ser humano no se conoce a sí mismo más que el día en que se percibe fuera de sí mismo, como otro. Lo racional lo obliga a tomar conciencia de sí volviéndolo ajeno a su entorno y cerrando ante sí toda vida animal: ya no le es posible entender ningún aspecto del mundo sin conciencia, a partir de ella visualiza al mundo.

Así, el ser humano introduce en el mundo algo que lo enfrenta a 3 realidades ajenas entre sí:

1.- Una realidad animal. Que no intenta racionalidad, trascendencia o autonomía alguna en el mundo, se encuentra en éste como agua dentro del agua y donde cada organismo está naturalmente separado: lo animal se distingue de lo vegetal, etc.-. Su fuerza se desprende de lo cuantitativo, negando con esto toda relación amo-esclavo.

Lo animal existe por sí mismo, presenta una profundidad ante la cual lo humano se siente atraído y ante la cual ya no es posible acceder -en el mejor de los casos sólo lo poético, con su deslizamiento a lo incognoscible, permite cierto acercamiento.









Rudolf Schwarzkogler
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2.- Una realidad de objetos. La más humana de las realidades, misma que rompe con toda continuidad (animal o sagrada) y donde sus formas definen claramente al mundo –al menos en lo aparente- negando toda intimidad y brindando el principio de utilidad, permitiéndole al sujeto cierto "conocimiento” del mundo: "sé lo que es el objeto pues yo lo he hecho, puedo hacer otro igual pero no podría hacer un ser semejante a mí como un relojero hace un reloj".

Diferentes de lo animal, los objetos aparecen en un primer momento como subordinados al deseo y necesidad humano, pero poco a poco estos terminan por dominar el mundo del hombre.

3.- Una realidad sagrada. Que le revela al humano su propia impotencia y le abre cierta condición espiritual íntima con el mundo y lo animal a partir de ritos que devuelven dicho orden.

Para Bataille, es la reflexión religiosa la que le otorga a lo sagrado una serie de reglas y sanciones morales que terminan por marchitar el sentimiento de lo animal en el hombre, negándole su intimidad y volviéndolo una cosa impotente.










Hermann Nitsch


Así, la mentira de esta “realidad religiosa” consiste -entre otras- en ver en el animal una cosa y otorgarle racionalmente sólo 2 caminos, o bien:


1. Se le domestica. Adquiriendo el animal un sentido racional y científico. O bien



2. Se le sacrifica. Donde la muerte, como afirmadora de la vida, libera a lo animal de la impostura de la realidad y consuma el orden íntimo.



Con esto, Bataille critica la supuesta racionalidad humana, misma que se diluye y regresa a su religiosidad ante la idea de hacer literalmente del hombre una cosa -por ejemplo, volverlo comestible-. Así, si en lo racional el hombre se asume como opuesto a lo arcaico y se encadena a un sentido productivo, esto lo lleva a renunciar a su intimidad más oscura: la divina, la que posteriormente anhelará.

Bataille ofrece un camino: el del rito que permite rencontrarse con la intimidad sagrada, donde lo bueno y lo malo se muestran inseparables, es decir, el rito del instante improductivo, que permite ganar lo perdido: el rito del sacrificio.












Otto Mühl



El sacrificio representa no sólo la antítesis de la producción -el consumo centrado en el instante mismo, opuesto a la planeación centrada en el futuro-: es el momento donde una utilidad se abandona y separa para rencontrarse en intimidad con el mundo. En éste, la victima muestra una violencia interna máxima, con la que niega el orden de las cosas.

Pero no se intenta destruir a la victima, más bien se la libera del sentido externo que la subordina a la utilidad. De ahí que sólo el esclavo (de quien –por ejemplo- lo militar ha vuelto una mercancía) es quien mejor puede asumir este rito, mostrando con ello su individualidad, misma que le impide ser domesticado, avasallado o reducido a cosa.

Günter Brus

En el sacrificio la victima da la espalda a las relaciones sociales, niega su realidad objetiva y le otorga al mundo una gratuidad pueril a la cual rebasa. La victima deja de sufrir involuntariamente la violencia para convertirse en obsequio y congraciarse con lo divino; convertirse en el banquete que invita a dicha unión.

Así, se muestra el poder de lo divino sobre lo real y, si bien en estricto sentido la ejecución no es necesaria, lo indiferente que resultan la vida y la muerte abre esta posibilidad más profunda.

Pero el sacrificio aparece en un espacio preciso: el de la fiesta, donde el desenfreno muestra lo sagrado en una reconciliación angustiante que eclipsa la conciencia y la realidad. Danza, poesía y música contribuyen a hacer de la fiesta una aspiración a la destrucción que desborda todo orden, un espacio donde lo humano escapa a los límites de las cosas. Quienes participan en ella se vuelven cosas que se ofrecen al sacrificio.

Nuevamente, el problema de la religión está en pretender desconocer el sentido de la fiesta. No es extraño que el sentido productivo de la iglesia se acerque a otro: el militar, donde incluso la guerra pierde todo su aspecto destructivo -o sagrado- en beneficio del cálculo, el crecimiento y la acumulación económica -capitalista o postcapitalista- y el sujeto es reducido nuevamente a la calidad de soldado o esclavo, el orden de las cosas.













Y bueno, ya para cerrar, dejo una entrevista a Bataille sobre otro de sus textos: "La literatura y el mal"...




Saludos...

Georges Bataille. Teoría de la religión. Ed Taurus