sábado, 17 de septiembre de 2011

27.- Harold Bloom.

"Leer al servicio de cualquier ideología es, a mi juicio, lo mismo que no leer nada. La recepción de la fuerza estética nos permite aprender a hablar de nosotros mismos y a soportarnos... Lo único que el canon occidental puede provocar es que utilicemos adecuadamente nuestra soledad, esa soledad que, en su forma última, no es sino la confrontación con nuestra propia mortalidad"
Harold Bloom

"Sólo los muertos pueden permitirse el ser veraces"
Mark Twain

Un autor que -creo- podría ayudar a revisar los temas de una clase sería Harold Bloom. Así, si uno entiende los procesos de comunicación -donde queda englobada la literatura- en su modelo básico de emisor-mensaje-receptor, tenemos escuelas que centran su atención en el emisor -por ejemplo, el psicoanálisis-, otras en el receptor -los estudios culturales-, y Bloom -entre otros- nos regresa al otro aspecto básico: las características del mensaje.

Parto del texto de CGamerro, quien ubica el trabajo de Bloom como respuesta -entre otras- a una corriente conservadora de la crítica literaria -el "New Criticsm"-, y como alguien necesitado de otros lectores más allá de los tradicionales prejuicios de los lectores universitarios -eso creo yo-: el lector común y corriente.

Así, una lectura simplona reduce a este autor entendiéndolo como otro crítico conservador, sin considerar que frecuentemente son las escuelas las que reducen la literatura a causas sociológicas, antropológicas, etc. cayendo en un dogmatismo del que Bloom intenta separarse a partir de encontrar otro valor en la literatura: su valor estético, del que deriva la pregunta:

¿Cómo se lee y cómo podría leerse?

Bloom plantea que, a diferencia de épocas anteriores -donde la lectura se hacía en grupo y en voz alta-, resulta más provechoso la lectura en soledad, marcada por una postura egoísta, es decir, sin compromiso social -nadie va a ser mejor persona por leer tal o cual libro- y donde el principio rector es el placer. Así, el único criterio para valorar una obra son sus propios valores y no tanto la personalidad del autor o sus pretensiones sociales.

Pero tampoco es tan sencillo el asunto: leer requiere -guste o no- educación, sensibilidad y entrenamiento.
El mismo Bloom señala que el verdadero problema es que lo poco que se lee es de una calidad pésima: se debe leer pero buena literatura: aquella que obliga al lector a plantearse su propia postura ante el lenguaje; una literatura pobre permite, precisamente, no comprometerse con nada, ni siquiera con uno mismo.

Así, a la probable buena voluntad del lector espontáneo -pero de capacidad generalmente bastante silvestre, y ahí entramos todos- se suma lo que Bloom entiende como "La Escuela del resentimiento", donde agrupa aquellas corrientes teóricas que en sus batallas por legitimarse han dejado en 2º plano lo que supuestamente valoran: la literatura, quedando ésta a merced de una cultura de masas cuyo mayor criterio es la popularidad basada en las ventas.

Dichas escuelas de "resentniks" suelen caer en un paternalismo previsible según el cual las minorías no han sido capaces de generar su propia voz en la literatura -ésta tradicionalmente las ha presentado deformadas-, correspondiendo a estas escuelas darle al lector débil una lectura "políticamente correcta" de las cosas -obviamente, si el lector duda, cae fácilmente en la crítica de dicha corriente-. Bloom distingue 6 escuelas básicas:
  1. Marxistas. Reducen la literatura a sus relaciones de producción -lo que vuelve imposible la idea de un individuo genial-. Sus armas más efectivas para devaluar a quien la crítica es calificarlo de burgués, imperialista, reaccionario, etc.
  2. Feministas. Denuncian el predominio masculino reflejo de la dominación cultural. Sus armas para devaluar son: misógino, patriarcal, machista, etc.
  3. Estudios postcoloniales: Para quienes la literatura se valora sólo a partir de autores de los países centrales -generalmente europeos-. Armas: imperialista, colonialista.
  4. Estudios de género. Engloba a las corrientes feminista, gay, queer, etc. que, en su extremo más pobre, valoran sólo aquellas figuras positivas del homosexual. Sus armas son: homófobo, machista.
  5. Semiótica. Al caer en un formalismo tan riguroso, se alejan de la literatura en favor de una jerga especializada y, al promover la idea de "la muerte del autor", anulan la posibilidad del talento individual.
  6. Estudios culturales. De cierta base marxista, proponen eliminar jerarquías culturales y valorar las prácticas sociales, lo que termina por poner en un mismo nivel obras desiguales. Bloom les reclama entonces caer fácilmente en el gusto plebeyo.
El problema de estas escuelas entonces es pretender poseer "la manera correcta de leer", la única fiel a la obra. Esto obliga a Bloom a distinguir 2 tipos de lectura:
  1. La lectura débil: Que, en su limitación historicista, dice respetar el sentido original y correcto del texto pero no lo revitaliza, no estimula nuevas literaturas, llegando incluso a deformar el sentido original de la obra. Generalmente es de 2 tipos: religiosa -en favor de la colectividad y de darle a la lectura un sentido normativo- y política -que no acepta otra lectura pues la tacha de ser "ideológica y no verdadera"-.
  2. La lectura fuerte: Donde es el lector quien incorpora el texto a su propia sensibilidad, desde sus propias circunstancias, dándole un nuevo sentido y otorgándole a la obra un valor contemporáneo. A diferencia del dogmatismo de la lectura débil, ésta relativiza la verdad, da espacio a nuevas lecturas. Permite además la ironía, imposible de concebir en la seriedad dogmática y principio común a las obras canónicas, aquellas capaces de poner en duda todos los valores.

Con esto, Bloom busca apartarse del dogmatismo en el que frecuentemente caen las corrientes teóricas -si bien su propia postura puede leerse como arrogante y presuntuosa- y establece 2 conceptos centrales de su propuesta:
  • El canon occidental.
Representa un conjunto orgánico de libros cuyo valor estético los vuelve ejemplos del qué leer y cómo. Presentan cierta interconexión en la cual ciertos cánones estimulan la generación de otros por lo que, más que ser designados por las Academias o los lectores, son los escritores quienes los van delimitando. Lejos de buscar moralizar a partir de una "lectura correcta" -o la que proponga x escuela- obligan a ser revisados desde el presente: su valor reside en la relación con el lector, su propia mortalidad.

Entre los autores que forman parte del canon están Shakespeare, Cervantes, Chaucer, Milton, Freud, Ibsen, Joyce, Proust, Kafka, etc, etc. etc.
  • La angustia de las influencias.
Donde la literatura puede entenderse como un campo de batalla: de un lado los precursores canónicos cuyo lenguaje modificó nuestra percepción de la literatura y, del otro lado, los autores contemporáneos que libremente se han generado una obsesión: superar al canon. Si tradicionalmente el canon se entendía como un don, es a partir del Renacimiento que se intenta acabar con este "padre simbólico" en busca de una recompensa: la inmortalidad.

Pero la literatura no existe sin influencias, por lo que el "error" de los vivos será el haber llegado tarde a ella, lo que se paga con la angustia que genera el cargar las influencias que se intenta superar, fijación que se refleja en la obra. Con esto, el canon establece puentes o tradiciones en los que son los mismos escritores -y su obra- los que le dan vida.

En la lógica de este campo tan freudiano cabe decir que existen alternativas peores: la ausencia del padre o -peor aún- uno débil. Igualmente, negarlo o desconocerlo no hace sino debilitar al autor actual o bien caer en fantasías compensatorias como la inocentada de pretenderse original. La opción entonces es cargar dichas influencias, revaluarlas y plantear la propia obra como respuesta a una anterior.

Ya para ir cerrando, creo que el trabajo de Bloom permite complementar lo que intenta un análisis: acercarse mejor a un mensaje. Entiendo que las escuelas tienden a ser MUY dogmáticas pero también creo sólo a partir de controlarlas es posible superarlas y sobretodo, replantearlas. También entiendo que generalmente en el controlarlas se olvida lo que Bloom viene a recordar: la importancia de disfrutar con lo que se lee.

Y bueno, como esto fue de cánones, justo es otro canon:




Saludos...

Carlos Gamerro. Harold Bloom y el canon occidental
Harold Bloom. El canon occidental

miércoles, 7 de septiembre de 2011

26.- Ejemplo 3. Presunto culpable.

La duda sobre los hechos reales, tal como debo revelarlos, es inevitable; aun así, si suprimiera lo que puede parecer extravagante o increíble, no quedaría nada. Las fotografías que hasta ahora sólo obraron en mi poder, tanto las comunes como las aéreas, hablarán a mi favor, pues son envidiablemente vívidas y gráficas. Con todo, se dudará de ellas, por la perfección que pueden alcanzar las falsificaciones inteligentes.
H. P. Lovecraft En las montañas de la locura.

Quiero decir que no puedo plegarme a la creencia tradicional que postula un divorcio entre la naturaleza de la objetividad del sabio y la subjetividad del escritor, como si uno estuviera dotado de cierta "libertad" y el otro de cierta "vocación", ambas adecuadas para escamotear o sublimar los límites reales de su situación. Reclamo vivir plenamente la contradicción de mi tiempo, que puede hacer de un sarcasmo la condición de la verdad.
Roland Barthes. Mitologías

Como el objetivo de esto es complementar una hipotética clase, venga otro ejemplo. Y como semiótica obliga, voy a trabajar con el documental "Presunto culpable" -2011- de Roberto Hernández a partir del texto "El mito hoy" -1957- de uno de los semiologos más dignos: Roland Barthes.

Primero hay que considerar que Barthes lleva la propuesta semiológica de Saussure al campo de la crítica cultural. Así, del principio según el cual el lenguaje funciona como un sistema sin relación "natural" con la realidad, se deriva que la cultura se fundamenta en lo arbitrario: se sostiene en mitos.


Los mitos entonces pasan a ser entendidos como un habla formalizada que "han perdido" convenientemente su historia en beneficio no de suprimirla, sino de deformarla y hacer notar cierta lectura de la realidad. Al mismo tiempo, el mito trabaja básicamente a partir de imágenes pobres y limitadas para ubicar más claramente su discurso. Un ejemplo básico sería:



Llevándolo a otros campos, se observa también que algunos gustan de participar y legitimar los mitos, aun cuando ellos mismos resulten perjudicados:




Con esto, Barthes ubica 4 características en los mitos de la cultura contemporánea:

  1. Son colectivos. Lo que permite cierto acercamiento socio-lógico.
  2. Son intertextuales. Presentan rasgos de otras esferas -un deporte volverse político, un espectáculo religioso, etc.
  3. Se presentan invertidos: aparentan ser naturales.
  4. Pueden cuestionarse a partir de una disciplina: la semiología.
Así, a la crítica -tradicionalmente marxista- Barthes suma cierto formalismo que busca entender los procesos de significación cotidianos. Al mismo tiempo, a nadie sorprende que se señale que la nuestra -la mexicana incluida, supongo- es una cultura permeada por el pensamiento burgués justificada no sólo en el innegable aspecto económico, sino en nociones como nación, corrupción, buen gusto, etc. Pero Barthes sugiere algo importante: la sensibilidad burguesa forma parte ya de nuestra "natural e inocente" percepción del mundo.

Beneficiaría entonces al semiólogo entender su propia relevancia, apartarse del lenguaje y gusto general, descreerse del espectáculo político y rechazar toda idea de utopía. Esto resulta interesante porque le sirve para plantear 2 consideraciones:

  • La izquierda es sólo otro mito que, al ser tan reciente, está plagado de pobreza: huele a consigna y su limitado lenguaje se reduce a presentarse a sí mismo como el único digno de honestidad y emancipación. Lo más probable es que, en el mejor de los casos, termine formalizándose, volviéndose un estilo, otro mito.


  • La única posibilidad de revolución viene generalmente de cierto individuo burgués: aquél que reconoce la elegancia de los lenguajes y tolera su propia condición pero no soporta la pobreza de pensamiento del burgués común.
Como nunca falta el "inocente", conviene aclarar: no corazón, tener coche y blackberry no lo vuelven a uno elite; Barthes no se refiere a esa "burguesía" -de hecho, ésta se acerca precisamente a la que está criticando- sino, sospecho, está hablando de gente del tamaño de Wilde, Nabokov o Burroghs, capaces de ridiculizar a partir de la inteligencia la chabacanería del filisteo de todos los días.

La pregunta obvia es: ¿Es necesario el análisis de esto? Creo que sí, sobre todo después de ver lo que cierto periodismo entiende por análisis o crítica y de lo que destaco:

Aquel espectáculo de un sistema penal rezagado y en ruinas no era para hacer un power point. “Esto es para hacer una película”, dijo Roberto Hernández.

Layda Negrete: —Estábamos de las ocho de la mañana a las seis de la tarde frente a la oficina del director del reclusorio, que es además un hombre muy progresista, imagínate que se llama Engels López.

Roberto Hernández: —El juez dijo: “No tengo nada que ocultar”. Entonces pusimos cinco cámaras y seguimos el juicio en tiempo real. La mayoría de los documentales son reconstructivos: intentan recrear un suceso del pasado. Lo que aquí logramos fue registrar cómo se comportan el juez, el testigo, los policías, la mecanógrafa, el acusado.


¿Te gusta el documental sobre tu caso?
Me encanta lo que simboliza, lo que tiene de contenido, me encanta que me hace saber que tengo una esposa maravillosa, increíble; que tuvimos la suerte de tener una hija en ese momento tan difícil que, gracias a Dios, fue un impulso más. Entonces a mí me hace saber que nunca se me vaya a olvidar, porque es triste, de repente, que después de un tiempo comencemos a olvidar que pasó.

Además, en México, tenemos una gran proclividad a la desmemoria, a la amnesia.
Si, nos sucede. Somos medio volubles, de repente hoy soy el hombre más feliz del mundo y mañana ya lo olvide. Pero bueno, gracias no sólo a la película, creo que cada momento que vivo ya volví a nacer.

La musicalización de la película se hizo basado en letras de rap tuyas, además apareces bailando.
Como músico a lo mejor sí me gustaría tener una carrera y obviamente hacerlo con todo el amor del mundo, con la calidad que verdaderamente quiero, o sea, una altura bastante grande, de lo contrario no tiene chiste hacer las cosas, hay que dar el cien.

¿Cómo te sientes ahora formando parte del gremio cinematográfico, alternando con artistas, directores, prensa, publico, en festivales? De verdad que nunca me había imaginado esto, al igual que la cárcel. Pasa uno frente a la cárcel y piensa que es un edificio donde están los malos; también en los festivales uno dice: qué padre que estén ahí los actores, los directores, pero de verdad que es un mundo que hay que explorar y que es para todos, yo feliz de estar aquí y la gente es increíble, o sea que gustoso.

Supongo que uno, al no ser un profesional del periodismo ni un estudiante de cine pues no sabe de qué lado masca la iguana y, por lo mismo, no sabe quién está peor si quien pregunta o quien responde pero bueno, prometo leer más textos de ellos -en mi próxima vida, claro- y también prometo tener claro que una crítica sin método fácilmente se pierde en el comentario nacido del estómago. Así que...

Si la cultura se compone de mitos que buscan educar nuestra forma de leer la realidad, sus mensajes -como el de este documental- parten de reforzar argumentos ya existentes en el público -¿Quién podría decir que el sistema mexicano funciona?- reduciendo la realidad a una retórica basada en exponer un asunto pero, más importante, en darnos una "solución". Así, sólo hay que preocuparse por estimular una conducta en el espectador: el deseo de que siempre exista alguien que nos asegure una solución ajena a nosotros.

Si bien el documental parte de un hecho real, es el modo en que se presenta el que patentiza una retórica tan pobre que pareciera la mera actualización de un lenguaje bastante desgastado: el de las telenovelas. Si éstas ya resultan risibles, sumémosle la estética de la series americanas del momento y del "documental profesional" para darle veracidad al asunto.


Entiendo que un aspecto obligado de todo análisis es conocer el estilo de quien emite el mensaje y para esto no basta el mensaje en cuestión, conviene revisar trabajos anteriores de los autores. Así que:





A diferencia de este trabajo -que presenta varias de las limitaciones propias de alguien ajeno al lenguaje cinematográfico- "presunto culpable" aprovecha -creo- uno de los recursos educativos más efectivos de la cultura: la visión trágica de la Historia -y su banalización con héroes de comics o heroínas de telenovelas-. En este segundo trabajo se deja ver un producto orientado a la compasión y al temor de que algo así nos pueda pasar.

De hecho, los elementos clásicos de la tragedia -argumento mítico, héroe y contenido presente en los diálogos (amen de las cancioncitas)- aparecen ya desde su presentación en nuestro emblemático festival "Ambulante" -propio de la gente consciente y buena onda, obvio-.


Presunto culpable es la desgarradora historia de un hombre que tuvo la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. En diciembre de 2005, en Iztapalapa, Ciudad de México, Toño deseó que Dios lo sacara de su desesperada situación. "Mátame o méteme en la cárcel", recuerda haber suplicado. Una semana después fue detenido por judiciales y conducido al Reclusorio Oriente, cárcel de alta seguridad que aloja a una tercera parte de los prisioneros de la Ciudad de México. Más tarde, un juez que nunca asistió a las audiencias del juicio lo condenó, sin prueba alguna, a veinte años de prisión por el homicidio de un hombre. Toño jamás había conocido a la víctima. Dos estudiantes de Derecho de la Universidad de California, Berkeley, se transformaron en cineastas, siguieron a Toño durante dos años y documentaron su lucha por recuperar la libertad y la dignidad perdidas. La cinta expone las contradicciones de un sistema judicial en el que todos somos culpables de antemano y es prácticamente imposible demostrar lo contrario.

A esto se suman las declaraciones de los responsables del mensaje:


La productora Layda Negrete volvió a intervenir para hablar cómo la cámara se volvió protagonista... Aseveró lo fundamental de la intervención del co director el inglés Geoffrey Smith, quien le dio ritmo a las imágenes, a la narración, para darle emoción, suspense; y habría de recordar que es una película sobre un hecho real, no una de ficción.

Pero análisis obligar a desgajar el mensaje. Si aplicamos lo que, según Barthes, son aquellos recursos retóricos que frecuentemente se observan en los mitos para convencernos, podemos ver:


  • La vacuna. Donde el mensaje confiesa un "mal accidental" para ocultar la falla principal.
Si el objetivo del documental era denunciar una injusticia, el resultado podría acercarse más bien a lo opuesto, sirve como un preventivo: ojalá no nos pase, pero si nos pasa ojalá tengamos a unos abogados honestos y una cámara a la mano, por el bien del país-. No preguntemos cuál es la condición general del país-.

  • Privación de la Historia. El mensaje promueve cierta irresponsabilidad al desvincularse de una Historia social más profunda.
A diferencia de otros documentales que buscan registrar hechos históricos, éste ve como único contexto la condición de vendedor ambulante del personaje. Así, el caso pudo ser ayer, hoy, mañana o en 20 años, total, pareciera ser condición natural de México el ambulantaje y, si bien, no es éste el tema central del trabajo, si lo complementa y abriría un abordaje más crítico.
  • La identificación. El burgués nombra al otro a partir de cómo lo reconoce él mismo; plantea simulacros de héroes, bribones, exóticos.
A diferencia de las tragedias clásicas, donde el héroe triunfa por su propia acción, aquí -como buena tragedia burguesa- el mejor papel del acusado es prácticamente volverse una mascota cuyo mayor mérito -además, claro, de saber cantar- es aprenderse recursos en su defensa y dejarse en manos de los abogados honestos -que los hay, según me informan-.



  • Cuantificación de la cualidad. Se huye convenientemente de la cualidad en favor de cantidades que si bien no mienten, pueden fácilmente deformarse a favor del mito.
Más allá de los datos estadísticos que confirman sospechas, lo pobre de todavía intentar vender la idea de objetividad a partir de un concepto como "documental" hace que el propio director caiga en una trampa: ¿es un documental -y entonces nos chutamos las 350 horas de material "en tiempo real" o es un producto artístico -que por definición miente-?: Aquí la nota.

La juez “ordena” que “camuflemos” al testigo y hasta alterar el sonido de la cinta para ocultar la identidad del quejoso como medida “cautelar” mientras se decide el amparo. Esta solución implica mutilar una obra artística, informativa y académica de forma permanente. La orden, aclaramos, no consiste ni siquiera en “difuminar” el rostro del testigo como erróneamente se ha transmitido. La orden dice literalmente que hay que “camuflarlo” (esto es, disfrazarlo de algo que no es).

Los mexicanos no debemos tolerar que la juez Lobo mutile la cinta, porque ello representa mutilar también el arsenal de derechos que tenemos para exhibir y entendernos de injusticias y para formular críticas a un sistema de “justicia” que urge reformar.

  • La verificación. El mensaje abunda en proverbios que justifican el mito.
A lo largo del mensaje abundan frasecitas como "Y hago la historia de una persona que la detienen unos policías y resultó ser como una premonición"..."Tal vez Dios me estaba viendo y me dijo ¿lo quieres?"... que no cumplen mayor función que reforzar una y otra vez el sentimiento de "híjole, yo también lo he pensado".

A nivel externo -ya no como mensaje sino en relación con su público- las tragedias también presentan ciertos elementos:


A lo largo del trabajo hay una lectura de "confiemos en la tecnología, que ella no miente" que, honestamente, a ver quién le hace caso. Ya dejé una entrada sobre el trabajo de Herzog al respecto así que ni insisto.

porque la pelí­cula muestra a un juez, que es real pero es falso, porque si asiste a cualquier juzgado penal o en cualquier reclusorio nunca va a ver al juez atendiendo a la audiencia... eso es lo único que es falso de la realidad en el documental.

También hay un intento por, apelando a las típicas teorías conspiratorias -tan propias de la cabecita burguesa- decirnos quién si o quien no está capacitado para ser el acusado o el acusador, gracias nuevamente al profesional que no me aclaró la diferencia entre el acusado y el que hace la demanda a la difusión del documental -a no ser que éste segundo no sabía cantar-:

Creo que es una defensa compleja para un chico que estudió hasta quinto de primaria, y por ello podemos pensar que hay alguien atrás de esta demanda, pero hasta no tener pruebas, no se puede argumentar. Lo que sí creo es que debajo de todo esto hay el coletazo de un sistema, de los operadores de un sistema que se resisten a un cambio.

  • Un espectáculo tautológico. Donde se define lo mismo con lo mismo: ante la falta de una explicación racional, miedo y rabia recurren a su forma más obvia, lo autoritario.
Como los medios no hacen sino ayudar a la lectura social del mito, el trabajo se presenta como víctima ahora de una malentendida censura, de la que se derivan 3 consecuencias: una coherente -sólo era un espectáculo-, una optimista -o inocente, según se piense en la piratería o en internet- y una de "avanzada", la de la siempre sagaz y adelantada izquierda mexicana -chequen fecha- dispuesta a defendernos de la maldita derecha paternalista.

Con esto puede irse cerrando un posible acercamiento -el mío que, como toda crítica, nace de las tripas pero que se apoya de ciertos conceptos o métodos- entre una propuesta teórica y un producto masivo cotidiano. Como es claro, la teoría no hace más que "descubrir" lo obvio... Ante algo tan artificial como un documento...

Mi pregunta sigue siendo: si las cosas son tan claras ¿Cómo explicar que dicho producto sea presentado con bombo y platillo -propio de un México ganador- en televisión abierta? ¿No será que, como de costumbre, sólo se busca legitimar el mito de que México avanza o que los medios día a día se vuelven más críticos, etc.?

Siendo coherentes, me parece que ayudarían más si me dicen donde encuentro a José Antonio para comprarle la copia pirata de su documental -su disco la verdad no-; después de todo, como dijeron sus productores "es una película sobre un hecho real, no una de ficción" y como en la realidad todos necesitamos trabajar -o que sobrevivir, según se vea-.


Y para ir cerrando, y como a veces sólo melancolía contesta a nostalgia... y como personalmente la música del documental me resultó bastante sin embargo pues...



Saludos...

Bibliografía
Roland Barthes. Mitologías.
Concepción Naval. Educación, retórica y poética. Tratado de la educación en Aristóteles.