miércoles, 7 de septiembre de 2011

26.- Ejemplo 3. Presunto culpable.

La duda sobre los hechos reales, tal como debo revelarlos, es inevitable; aun así, si suprimiera lo que puede parecer extravagante o increíble, no quedaría nada. Las fotografías que hasta ahora sólo obraron en mi poder, tanto las comunes como las aéreas, hablarán a mi favor, pues son envidiablemente vívidas y gráficas. Con todo, se dudará de ellas, por la perfección que pueden alcanzar las falsificaciones inteligentes.
H. P. Lovecraft En las montañas de la locura.

Quiero decir que no puedo plegarme a la creencia tradicional que postula un divorcio entre la naturaleza de la objetividad del sabio y la subjetividad del escritor, como si uno estuviera dotado de cierta "libertad" y el otro de cierta "vocación", ambas adecuadas para escamotear o sublimar los límites reales de su situación. Reclamo vivir plenamente la contradicción de mi tiempo, que puede hacer de un sarcasmo la condición de la verdad.
Roland Barthes. Mitologías

Como el objetivo de esto es complementar una hipotética clase, venga otro ejemplo. Y como semiótica obliga, voy a trabajar con el documental "Presunto culpable" -2011- de Roberto Hernández a partir del texto "El mito hoy" -1957- de uno de los semiologos más dignos: Roland Barthes.

Primero hay que considerar que Barthes lleva la propuesta semiológica de Saussure al campo de la crítica cultural. Así, del principio según el cual el lenguaje funciona como un sistema sin relación "natural" con la realidad, se deriva que la cultura se fundamenta en lo arbitrario: se sostiene en mitos.


Los mitos entonces pasan a ser entendidos como un habla formalizada que "han perdido" convenientemente su historia en beneficio no de suprimirla, sino de deformarla y hacer notar cierta lectura de la realidad. Al mismo tiempo, el mito trabaja básicamente a partir de imágenes pobres y limitadas para ubicar más claramente su discurso. Un ejemplo básico sería:



Llevándolo a otros campos, se observa también que algunos gustan de participar y legitimar los mitos, aun cuando ellos mismos resulten perjudicados:




Con esto, Barthes ubica 4 características en los mitos de la cultura contemporánea:

  1. Son colectivos. Lo que permite cierto acercamiento socio-lógico.
  2. Son intertextuales. Presentan rasgos de otras esferas -un deporte volverse político, un espectáculo religioso, etc.
  3. Se presentan invertidos: aparentan ser naturales.
  4. Pueden cuestionarse a partir de una disciplina: la semiología.
Así, a la crítica -tradicionalmente marxista- Barthes suma cierto formalismo que busca entender los procesos de significación cotidianos. Al mismo tiempo, a nadie sorprende que se señale que la nuestra -la mexicana incluida, supongo- es una cultura permeada por el pensamiento burgués justificada no sólo en el innegable aspecto económico, sino en nociones como nación, corrupción, buen gusto, etc. Pero Barthes sugiere algo importante: la sensibilidad burguesa forma parte ya de nuestra "natural e inocente" percepción del mundo.

Beneficiaría entonces al semiólogo entender su propia relevancia, apartarse del lenguaje y gusto general, descreerse del espectáculo político y rechazar toda idea de utopía. Esto resulta interesante porque le sirve para plantear 2 consideraciones:

  • La izquierda es sólo otro mito que, al ser tan reciente, está plagado de pobreza: huele a consigna y su limitado lenguaje se reduce a presentarse a sí mismo como el único digno de honestidad y emancipación. Lo más probable es que, en el mejor de los casos, termine formalizándose, volviéndose un estilo, otro mito.


  • La única posibilidad de revolución viene generalmente de cierto individuo burgués: aquél que reconoce la elegancia de los lenguajes y tolera su propia condición pero no soporta la pobreza de pensamiento del burgués común.
Como nunca falta el "inocente", conviene aclarar: no corazón, tener coche y blackberry no lo vuelven a uno elite; Barthes no se refiere a esa "burguesía" -de hecho, ésta se acerca precisamente a la que está criticando- sino, sospecho, está hablando de gente del tamaño de Wilde, Nabokov o Burroghs, capaces de ridiculizar a partir de la inteligencia la chabacanería del filisteo de todos los días.

La pregunta obvia es: ¿Es necesario el análisis de esto? Creo que sí, sobre todo después de ver lo que cierto periodismo entiende por análisis o crítica y de lo que destaco:

Aquel espectáculo de un sistema penal rezagado y en ruinas no era para hacer un power point. “Esto es para hacer una película”, dijo Roberto Hernández.

Layda Negrete: —Estábamos de las ocho de la mañana a las seis de la tarde frente a la oficina del director del reclusorio, que es además un hombre muy progresista, imagínate que se llama Engels López.

Roberto Hernández: —El juez dijo: “No tengo nada que ocultar”. Entonces pusimos cinco cámaras y seguimos el juicio en tiempo real. La mayoría de los documentales son reconstructivos: intentan recrear un suceso del pasado. Lo que aquí logramos fue registrar cómo se comportan el juez, el testigo, los policías, la mecanógrafa, el acusado.


¿Te gusta el documental sobre tu caso?
Me encanta lo que simboliza, lo que tiene de contenido, me encanta que me hace saber que tengo una esposa maravillosa, increíble; que tuvimos la suerte de tener una hija en ese momento tan difícil que, gracias a Dios, fue un impulso más. Entonces a mí me hace saber que nunca se me vaya a olvidar, porque es triste, de repente, que después de un tiempo comencemos a olvidar que pasó.

Además, en México, tenemos una gran proclividad a la desmemoria, a la amnesia.
Si, nos sucede. Somos medio volubles, de repente hoy soy el hombre más feliz del mundo y mañana ya lo olvide. Pero bueno, gracias no sólo a la película, creo que cada momento que vivo ya volví a nacer.

La musicalización de la película se hizo basado en letras de rap tuyas, además apareces bailando.
Como músico a lo mejor sí me gustaría tener una carrera y obviamente hacerlo con todo el amor del mundo, con la calidad que verdaderamente quiero, o sea, una altura bastante grande, de lo contrario no tiene chiste hacer las cosas, hay que dar el cien.

¿Cómo te sientes ahora formando parte del gremio cinematográfico, alternando con artistas, directores, prensa, publico, en festivales? De verdad que nunca me había imaginado esto, al igual que la cárcel. Pasa uno frente a la cárcel y piensa que es un edificio donde están los malos; también en los festivales uno dice: qué padre que estén ahí los actores, los directores, pero de verdad que es un mundo que hay que explorar y que es para todos, yo feliz de estar aquí y la gente es increíble, o sea que gustoso.

Supongo que uno, al no ser un profesional del periodismo ni un estudiante de cine pues no sabe de qué lado masca la iguana y, por lo mismo, no sabe quién está peor si quien pregunta o quien responde pero bueno, prometo leer más textos de ellos -en mi próxima vida, claro- y también prometo tener claro que una crítica sin método fácilmente se pierde en el comentario nacido del estómago. Así que...

Si la cultura se compone de mitos que buscan educar nuestra forma de leer la realidad, sus mensajes -como el de este documental- parten de reforzar argumentos ya existentes en el público -¿Quién podría decir que el sistema mexicano funciona?- reduciendo la realidad a una retórica basada en exponer un asunto pero, más importante, en darnos una "solución". Así, sólo hay que preocuparse por estimular una conducta en el espectador: el deseo de que siempre exista alguien que nos asegure una solución ajena a nosotros.

Si bien el documental parte de un hecho real, es el modo en que se presenta el que patentiza una retórica tan pobre que pareciera la mera actualización de un lenguaje bastante desgastado: el de las telenovelas. Si éstas ya resultan risibles, sumémosle la estética de la series americanas del momento y del "documental profesional" para darle veracidad al asunto.


Entiendo que un aspecto obligado de todo análisis es conocer el estilo de quien emite el mensaje y para esto no basta el mensaje en cuestión, conviene revisar trabajos anteriores de los autores. Así que:





A diferencia de este trabajo -que presenta varias de las limitaciones propias de alguien ajeno al lenguaje cinematográfico- "presunto culpable" aprovecha -creo- uno de los recursos educativos más efectivos de la cultura: la visión trágica de la Historia -y su banalización con héroes de comics o heroínas de telenovelas-. En este segundo trabajo se deja ver un producto orientado a la compasión y al temor de que algo así nos pueda pasar.

De hecho, los elementos clásicos de la tragedia -argumento mítico, héroe y contenido presente en los diálogos (amen de las cancioncitas)- aparecen ya desde su presentación en nuestro emblemático festival "Ambulante" -propio de la gente consciente y buena onda, obvio-.


Presunto culpable es la desgarradora historia de un hombre que tuvo la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. En diciembre de 2005, en Iztapalapa, Ciudad de México, Toño deseó que Dios lo sacara de su desesperada situación. "Mátame o méteme en la cárcel", recuerda haber suplicado. Una semana después fue detenido por judiciales y conducido al Reclusorio Oriente, cárcel de alta seguridad que aloja a una tercera parte de los prisioneros de la Ciudad de México. Más tarde, un juez que nunca asistió a las audiencias del juicio lo condenó, sin prueba alguna, a veinte años de prisión por el homicidio de un hombre. Toño jamás había conocido a la víctima. Dos estudiantes de Derecho de la Universidad de California, Berkeley, se transformaron en cineastas, siguieron a Toño durante dos años y documentaron su lucha por recuperar la libertad y la dignidad perdidas. La cinta expone las contradicciones de un sistema judicial en el que todos somos culpables de antemano y es prácticamente imposible demostrar lo contrario.

A esto se suman las declaraciones de los responsables del mensaje:


La productora Layda Negrete volvió a intervenir para hablar cómo la cámara se volvió protagonista... Aseveró lo fundamental de la intervención del co director el inglés Geoffrey Smith, quien le dio ritmo a las imágenes, a la narración, para darle emoción, suspense; y habría de recordar que es una película sobre un hecho real, no una de ficción.

Pero análisis obligar a desgajar el mensaje. Si aplicamos lo que, según Barthes, son aquellos recursos retóricos que frecuentemente se observan en los mitos para convencernos, podemos ver:


  • La vacuna. Donde el mensaje confiesa un "mal accidental" para ocultar la falla principal.
Si el objetivo del documental era denunciar una injusticia, el resultado podría acercarse más bien a lo opuesto, sirve como un preventivo: ojalá no nos pase, pero si nos pasa ojalá tengamos a unos abogados honestos y una cámara a la mano, por el bien del país-. No preguntemos cuál es la condición general del país-.

  • Privación de la Historia. El mensaje promueve cierta irresponsabilidad al desvincularse de una Historia social más profunda.
A diferencia de otros documentales que buscan registrar hechos históricos, éste ve como único contexto la condición de vendedor ambulante del personaje. Así, el caso pudo ser ayer, hoy, mañana o en 20 años, total, pareciera ser condición natural de México el ambulantaje y, si bien, no es éste el tema central del trabajo, si lo complementa y abriría un abordaje más crítico.
  • La identificación. El burgués nombra al otro a partir de cómo lo reconoce él mismo; plantea simulacros de héroes, bribones, exóticos.
A diferencia de las tragedias clásicas, donde el héroe triunfa por su propia acción, aquí -como buena tragedia burguesa- el mejor papel del acusado es prácticamente volverse una mascota cuyo mayor mérito -además, claro, de saber cantar- es aprenderse recursos en su defensa y dejarse en manos de los abogados honestos -que los hay, según me informan-.



  • Cuantificación de la cualidad. Se huye convenientemente de la cualidad en favor de cantidades que si bien no mienten, pueden fácilmente deformarse a favor del mito.
Más allá de los datos estadísticos que confirman sospechas, lo pobre de todavía intentar vender la idea de objetividad a partir de un concepto como "documental" hace que el propio director caiga en una trampa: ¿es un documental -y entonces nos chutamos las 350 horas de material "en tiempo real" o es un producto artístico -que por definición miente-?: Aquí la nota.

La juez “ordena” que “camuflemos” al testigo y hasta alterar el sonido de la cinta para ocultar la identidad del quejoso como medida “cautelar” mientras se decide el amparo. Esta solución implica mutilar una obra artística, informativa y académica de forma permanente. La orden, aclaramos, no consiste ni siquiera en “difuminar” el rostro del testigo como erróneamente se ha transmitido. La orden dice literalmente que hay que “camuflarlo” (esto es, disfrazarlo de algo que no es).

Los mexicanos no debemos tolerar que la juez Lobo mutile la cinta, porque ello representa mutilar también el arsenal de derechos que tenemos para exhibir y entendernos de injusticias y para formular críticas a un sistema de “justicia” que urge reformar.

  • La verificación. El mensaje abunda en proverbios que justifican el mito.
A lo largo del mensaje abundan frasecitas como "Y hago la historia de una persona que la detienen unos policías y resultó ser como una premonición"..."Tal vez Dios me estaba viendo y me dijo ¿lo quieres?"... que no cumplen mayor función que reforzar una y otra vez el sentimiento de "híjole, yo también lo he pensado".

A nivel externo -ya no como mensaje sino en relación con su público- las tragedias también presentan ciertos elementos:


A lo largo del trabajo hay una lectura de "confiemos en la tecnología, que ella no miente" que, honestamente, a ver quién le hace caso. Ya dejé una entrada sobre el trabajo de Herzog al respecto así que ni insisto.

porque la pelí­cula muestra a un juez, que es real pero es falso, porque si asiste a cualquier juzgado penal o en cualquier reclusorio nunca va a ver al juez atendiendo a la audiencia... eso es lo único que es falso de la realidad en el documental.

También hay un intento por, apelando a las típicas teorías conspiratorias -tan propias de la cabecita burguesa- decirnos quién si o quien no está capacitado para ser el acusado o el acusador, gracias nuevamente al profesional que no me aclaró la diferencia entre el acusado y el que hace la demanda a la difusión del documental -a no ser que éste segundo no sabía cantar-:

Creo que es una defensa compleja para un chico que estudió hasta quinto de primaria, y por ello podemos pensar que hay alguien atrás de esta demanda, pero hasta no tener pruebas, no se puede argumentar. Lo que sí creo es que debajo de todo esto hay el coletazo de un sistema, de los operadores de un sistema que se resisten a un cambio.

  • Un espectáculo tautológico. Donde se define lo mismo con lo mismo: ante la falta de una explicación racional, miedo y rabia recurren a su forma más obvia, lo autoritario.
Como los medios no hacen sino ayudar a la lectura social del mito, el trabajo se presenta como víctima ahora de una malentendida censura, de la que se derivan 3 consecuencias: una coherente -sólo era un espectáculo-, una optimista -o inocente, según se piense en la piratería o en internet- y una de "avanzada", la de la siempre sagaz y adelantada izquierda mexicana -chequen fecha- dispuesta a defendernos de la maldita derecha paternalista.

Con esto puede irse cerrando un posible acercamiento -el mío que, como toda crítica, nace de las tripas pero que se apoya de ciertos conceptos o métodos- entre una propuesta teórica y un producto masivo cotidiano. Como es claro, la teoría no hace más que "descubrir" lo obvio... Ante algo tan artificial como un documento...

Mi pregunta sigue siendo: si las cosas son tan claras ¿Cómo explicar que dicho producto sea presentado con bombo y platillo -propio de un México ganador- en televisión abierta? ¿No será que, como de costumbre, sólo se busca legitimar el mito de que México avanza o que los medios día a día se vuelven más críticos, etc.?

Siendo coherentes, me parece que ayudarían más si me dicen donde encuentro a José Antonio para comprarle la copia pirata de su documental -su disco la verdad no-; después de todo, como dijeron sus productores "es una película sobre un hecho real, no una de ficción" y como en la realidad todos necesitamos trabajar -o que sobrevivir, según se vea-.


Y para ir cerrando, y como a veces sólo melancolía contesta a nostalgia... y como personalmente la música del documental me resultó bastante sin embargo pues...



Saludos...

Bibliografía
Roland Barthes. Mitologías.
Concepción Naval. Educación, retórica y poética. Tratado de la educación en Aristóteles.

1 comentario:

  1. Muy Buen análisis profesor! Así será el mío la próxima vez!

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