domingo, 21 de agosto de 2011

25.- Fassbinder: Berlín Alexanderplatz.


Es segadora, se llama Muerte, tiene la fuerza de Dios que es fuerte. Ya no vacila, su arma afila.
La muerte ha empezado su lenta, lenta canción. La canta como un tartamudo, repite cada palabra; cuando ha cantado un verso repite el primero y empieza otra vez. Canta como se mueve una sierra. Empieza muy lentamente, penetra luego profundamente en la carne, chirría más fuerte, más agudo y más alto, y luego termina con una mota y descansa. Después se retira lenta, lentamente y rechina, y su tono se hace más alto, y más firme y chirría y penetra en la carne.
Lentamente canta la muerte.
Alfred Döblin. Berlín Alexanderplatz

Amar es dar algo que no tenemos a alguien que no lo ha pedido
Jaques Lacan

Porque, ESTOY SEGURO, que tanto a Döblin como a Fassbinder les hubiera gustado... Lo malo es que todos los videos eran MUY cursis así que, ni modo, tendremos que ponerlo "en vivo":



¿Por qué Fassbinder? Nada más porque, más allá de lo complejo de su vida -37 años y más de 40 películas algo dice ¿no?-, de la admiración hacia él por gente como Waters, su sensibilidad y capacidad para abordar estilos, su manejo impresionante de recursos -ya sea a nivel de austeridad o de grandes producciones- y por hacer evidente la importancia de la imagen como reflejo de una historia social. Su trabajo refleja, a nivel estético, la complejidad de la cultura actual y podría abordarse tranquilamente desde distintos acercamientos teóricos. -las minorías y la construcción de la identidad, la reelaboración del lenguaje, etc.-. Para Yann Lardeu:

Nagisa Oshima, Pier Paolo Pasolini y Rainer Werner Fassbinder proceden de países que han engendrado el fascismo y han perdido la guerra. Los tres son cineastas de la no reconciliación, del rechazo del olvido.... Los tres han visto, en el hipócrita silenciamiento del pasado, el fracaso de la democracia venidera... Los tres son cineastas del deseo, a la vez como pulsión, como energía y como determinación. Los tres han visto en el deseo un doble límite a la sociedad, a la vez como expresión radical de la subjetividad y como violencia natural... como potencia aniquiladora que ésta ha de reprimir para poderse desarrollar.

En su trabajo, Fassbinder hace evidentes 2 constantes:

  • Un esfuerzo deliberado por interrogar no sólo los códigos cinematográficos.
Sin abordar directamente los temas políticos, sus películas resultan políticas en la medida en que se dirigen hacia una subversión que tiende a hacer explotar los códigos nostálgicos del relato hollywoodense.
  • En su obra, ninguno de los protagonistas se da cuenta de que todo pensamiento, deseo o sueño proviene directamente de la realidad social o ha sido manipulado por ella.
Las acciones de sus personajes no son resultado del libre albedrío, sino como la expresión de un estado histórico en el que los personajes no son más que peones que ponen en evidencia el problema de la no-comunicación en términos de clase.


El cine de Fassbinder se liga tradicionalmente a personajes marginados: mujeres, homosexuales, inmigrantes, ex presidiarios, etc. aquellos que son obligados a vivir en conflicto con las normas sociales. Sin embargo, y contra toda idealización, si bien su trabajo privilegia al individuo por encima del grupo, no favorece a un grupo específico: así sean marginados, siempre es posible encontrar entre éstos recursos para destruir al más débil.

Lejos de dramatizarlos, los personajes sirven como figuras para cuestionar los valores tradicionales, sean o no de las minorías y lo que vemos es la disolución de personajes cuya muerte biológica no hace sino ratificar una muerte social dictada de antemano, como un sacrificio en aras de la seguridad de los demás.



Si tradicionalmente el público busca reconocerse en la imagen burda promovida para dirigir un sentimiento de compasión, Fassbinder opone un espectro que cuestiona el proceso de odio y destrucción de aquel otro al que, si no se le elimina físicamente, se le extermina en la memoria.

Cuando yo era pequeño, si nos encontrábamos a algún judío me decían: es judío, pórtate bien y sé amable... En mi opinión, mantener este tabú no es proteger a los judíos, sino prolongar una discriminación. Es lógico que un tabú acabe convirtiéndose en su contrario. Si no se puede hablar de ellos, quiere decir que tarde o temprano acabarán de nuevo por pagar el pato por algo.

Ejemplo de esto: la lectura de un poema de Goethe sobre un fondo con vacas abiertas en canal:



Si le creemos a Pierre Bordieu y entendemos la cultura como el espacio donde la relación dominantes-dominados toma al sujeto como la victima ideal de una violencia simbólica que favorece el orden social -y las figuras tradicionalmente atacadas son la mujer y el homosexual-, la pregunta que queda es ¿Qué nos obliga a participar en dichos procesos?

Para Bordieu la respuesta es simple: si somos los mismos individuos los que cooperamos en la construcción de la realidad -y con ello justificamos nuestra realidad-, la violencia simbólica se ejerce con la anuencia del individuo, que ha sido educado para ello en su búsqueda del ser reconocido. Dicha violencia se perpetúa a través de la lógica de estos mecanismos:
  • Los campus, es decir los espacios sociales aparentemente naturales donde se presenta un capital común -como el prestigio, el dinero, el gusto- por el que se entra en conflicto y en el que, obviamente, se ejerce una violencia simbólica.
  • Los habitus, es decir, los modos de interpretar y ver la realidad. Son las formas en que el individuo desarrolla sus estrategias para apoderarse de dicho capital simbólico y en el que, de manera velada, se incorporan las estructuras sociales.
Si esta dinámica de violencia simbólica se presenta sin excepción, la pregunta de Bourdieu es:

¿Es el amor la única excepción a la ley de la dominación o, por el contrario, es la forma más sutil y acabada de violencia simbólica?

Siendo idealistas, el amor supondría la suspensión de las relaciones de fuerza -más que en la amistad-, la plena reciprocidad y el rompimiento de todas las formas de intercambios y mercados culturales: es la entrega del uno mismo y lo que tengamos de sagrado con la intención de procurar la felicidad del otro más allá del egoísmo y el altruismo.

Pero este proceso no se dio de golpe: el "espacio encantado" que autoriza el abandono de uno mismo y el reconocimiento desinteresado del otro, obedece a un estímulo históricamente nutrido y basado en una necesidad antropológica: ante la evidencia de los múltiples espacios de conflicto simbólico, es necesario suponer un espacio donde el sujeto pueda entregarse libremente -sin temor a perderse- en un nuevo nacimiento donde el otro ha cedido su poder.

Hay entonces una justificación de existir y una razón de ser: la confianza de una comunión simbólica indisociable cápaz de rivalizar con otras instituciones sociales. En las sociedades modernas entonces, y ante la pérdida del concepto Dios, el amor no es sino su sustituto mundano.

El amor me parece con mucho el instrumento de opresión social más insidioso y más eficaz.
R W F

Con Berlín Alexanderplatz, Fassbinder -como Döblin- abre 2 lecturas: si bien el segundo reconstruía el auge del fascismo durante la crisis del 29 y su progresiva penetración en la opinión pública, el primero la integra su propia obra -como muestra su epílogo - y la novela aparece como un espacio que lo refleja y contiene. Dos ejemplos:
  • No es extraño entonces que él mismo aparezca como el personaje llamado FBiberkopf en "La ley del más fuerte" o el rumor de un proyecto de hacer una segunda versión con él mismo como Reinhold, Gerard Depardieu como Biberkopf e Isabell Adjani como Mieze.


  • La homosexualidad latente de los personajes, donde de ser meros antagonistas, entran en un doppelgänger que simboliza los polos antagonistas de una misma personalidad -dando todavía mayor complejidad a la novela-.



Por otro lado, Berlín Alexanderplatz es eso: una historia de amor.



Al final, tras haber perdido a la mujer que amaba, vemos a un FBiberkopf roto, acabado...

Si el amor es más frío que la muerte es porque la soledad del enamorado es mucho mayor que la del moribundo, porque su amor implica a otro ser y éste no le corresponde, y también porque las personas que rodean al moribundo comparten su sufrimiento, pero las que rodean al enamorado lo abandonan a su suerte, no sin cierto placer malsano.

Y tras darse por vencido, tras la crucifixión viene la resurrección: cuando se cierra el ciclo de vida del personaje, éste regresa a la casilla de salida: todo ese camino para nada, sólo que la vida resulta más fuerte que la muerte y le es concedido un nuevo plazo -empezar por 3ª vez, más desnudo, mas despojado "No se murió, pero no es el mismo, está averiado..." pero también más fortalecido por las pruebas vividas, redimido por ellas.

El personaje se da por vencido, termina por aceptar su soledad en el espacio desierto de un garaje olvidado; el desempleado apolítico que vendía propaganda nacionalsocialista sin interesarse en ella es ahora testigo del hundimiento de la sociedad en baños fascistas. La soledad de Biberkopf es la soledad del último ser humano.



Ya para ir cerrando, dejo una entrevista a Fassbinder:



Y otra más:



Pero bueno, tampoco todo tiene que ser tan pesimista, así que dejo una carta que el Pituco tuvo a bien hacer pública:

Hola Pituco !, soy Antony Hegarty, si el de los Johnsons... como me entere que por acá dicen que soy un "Marica Triste" vine a demostrarte que no es tan aí, en esta banda desplego toda mi alegría, en algunos lugares vi que nos etiquetaron como música electrónica, ... pero lo nuestro es el disco de los 70´s, mucho ritmo, muchos caños y te puedo asegurar que con el tema "Blind" no vas a poder dejar de mover la patita... yo te diría que vayas corriendo las mesas del bar, porque no vas a poder parar de bailar.

Y bueno, ese disco no me desagrada pero prefiero esta canción donde -creo- el Antony sigue escuchándose MUY optimista:



Saludos y, como finaliza otra películota -pero esta de Gus Van Sant- luego de que nos deja sintiéndonos del carajo: "Have a nice day"...




Bibliografía.
Yann lardeu. Rainer Werner Fasbinder. Cátedra. signo e imagen/cineastas
Pierre Bourdieu. La dominación simbólica. Anagrama




Preciosa ilustración de Fassbinder
a cargo del maestrote Sebastian Krüger.

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