No estoy seguro de tener algo que agregar a lo que todo el mundo ha estado diciendo durante años. Las manecillas del reloj no van ahora hacia ninguna parte. No obstante, aborrezco la nostalgia y, al ser tan serio, el futuro puede resultar aburrido.
James Graham Ballard
Y bueno, ya para ir concluyendo, otra vez, la música... ¿y quién mejor?
En mi opinión -y aquí me sale lo 80´s-, a los Neubauten les pasa lo mismo que a Ballard: rebasan los géneros y acaban haciendo algo que, ni modo, no queda más que ponerles un título que me fastidia: arte... pero bueno...
Preferí retomar algunos puntos que orientan lo que -según yo- hace de estos autores -considerando los 2 siguientes- un buen pretexto para retomarlos en una clase: entienden su disciplina a partir de reconocer una tradición propia -integrada por sus propios clásicos, autores muy buenos y otros más bien secundarios- tradición a la que plantean una perspectiva tan completa que resulta demasiado personal. Entiendo que aquí es donde su trabajo adquiere un matíz más amplio, político en el sentido de representar un cambio en la forma de acercarse a su disciplina y por lo mismo una transformación social del lenguaje -nomás-.
Mi obra no tiene nada en común con La guerra de las galaxias, ni con Star Trek y tampoco tiene mucho que ver con la ciencia ficción escrita en los Estados Unidos, que ha virado hacia la fantasía escapista. Yo no traigo "buenas noticias" aunque en realidad yo pienso que si.
Así, sin pretensiones moralinas o estéticas, muestra un trabajo que acepta -y reelabora- una cotidianidad bastante ambigua.
¿Se podría pensar en esa clase de escritura -la de Ballard- como una suerte de acupuntura cultural?
No lo sé. No me interesa la idea de la válvula de seguridad, que la visión de unos pocos cristianos devorados por los leones nos haga volver a casa en un estado más feliz. Sin duda creo que debemos sumergirnos en el elemento destructivo y es mucho mejor hacerlo conscientemente que descubrir, de pronto, que nos han tirado a la pileta cuando estábamos desprevenidos.
No lo sé. No me interesa la idea de la válvula de seguridad, que la visión de unos pocos cristianos devorados por los leones nos haga volver a casa en un estado más feliz. Sin duda creo que debemos sumergirnos en el elemento destructivo y es mucho mejor hacerlo conscientemente que descubrir, de pronto, que nos han tirado a la pileta cuando estábamos desprevenidos.
También me parece interesante que, si por ejemplo Lyotard, señala como un rasgo distintivo de lo posmoderno la necesidad de poner a prueba la doble resistencia de lo ya dicho -y de que las minorías asuman cierto compromiso político implícito en el lenguaje y aquello que éste expresa-, esto termina por "obligar" al sujeto a volverse un actor social. Por eso, siempre me había parecido un ejemplo bastante claro de la posmodernidad un comic como el "Persepolis": la idea del género menor, el registro histórico, el autor como protagonista etc. No en balde, otro chingón como Chris Ware pone a Marjane Satrapi -su creadora- como la mejor historietista actual...
Sin embargo, me parece que Ballard supera esta idea desde la ficción:
Considero esa idea posmoderna-de una ficción reflexiva y autoconsciente que reconoce explícitamente la inseparabilidad del autor y el texto-como un agotador cul de sac, del cual cualquier escritor de imaginación intensa o que posea sentido de urgencia moral con respecto a su temática debe escapar con inmenso alivio.
Su forma de integrar dichas narrativas con el evidente impacto de los medios:
¿Qué es lo que pueden hacer Saul Bellow o John Updike que J. Walter Thompson, la agencia de publicidad más grande del mundo y su más grande productor de ficción, no pueda hacer mejor?... Todos los museos importantes del mundo han capitulado ante la influencia de Disney y se han convertido en parques temáticos por derecho propio. Desesperados por todo lo nuevo, pero desilusionados ante cualquier cosa que no sea familiar, colonizamos nuevamente el pasado y el futuro.
La política convertida en espectáculo
El marxismo es una filosofía social para pobres y lo que necesitamos ahora es una filosofía social para los ricos. Para los norteamericanos eso significa Ronald Reagan
Y la necesidad de entender el humor desde una posibilidad un poco más amplía que la que propone la mediocridad de los medios. Y si no me creen, vean la mediocridad que alcanza el orgulloso cine mexicano (aburrida, pretenciosa, moralina, etc.). Nomás faltó el infrapendejo de Jaime Camil pa´ completar el cuadro. En fin... Perdón por poner esto pero creo que a veces los contrastes clarifican.Siempre me han acusado de ser un escritor sin sentido del humor. Crash me resulta muy divertida, sólo leer un párrafo en voz alta solía provocarme carcajadas porque, en cierto modo es muy ridículo.
También su autobiografía revela un lado bastante humano, sobre todo para los de mínima imaginación, como una persona cuya obra pareciera producto de alguien bastante dañadito. Primero su forma de entender el nacimiento de sus hijos:
Con el tiempo, Mary quedó embarazada y en septiembre de 1955 nos casamos. La familia de Mary, mis padres y mi hermana y unos cuantos amigos asistieron al oficio religioso que me conmovió profundamente. En cierto sentido, nos estábamos casando los tres: Mary, yo y nuestro futuro hijo. Me tomé la ceremonia demasiado en serio aunque no por motivos religiosos. Mi vida había sido testigo de las guerras y la destrucción... Y ahora, por primera vez, había contribuido a crear algo casi de la nada: una criatura intacta y en crecimiento que vendría al mundo convertido en un ser vivo. La creación a mayor escala estaba teniendo lugar bajo el calor de mi mano.
Y al final, cuando explica el porqué de su autobiografía:
En junio de 2006, después de un año de dolores y molestias que achaqué a la artritis, un especialista me confirmó que padecía un cáncer de próstata de grado avanzado que se había extendido a la columna vertebral y a las costillas.
Jonathan ha sido absolutamente sincero en todo momento y no me ha dejado hacerme ilusiones respecto al final. Sin embargo, me ha animado a llevar una vida lo más normal posible y me apoyó cuando le dije que me gustaría escribir mi autobiografía a principios de 2007. Gracias al doctor Jonathan Waxman encontré la voluntad necesaria para escribir este libro.
Jonathan ha sido absolutamente sincero en todo momento y no me ha dejado hacerme ilusiones respecto al final. Sin embargo, me ha animado a llevar una vida lo más normal posible y me apoyó cuando le dije que me gustaría escribir mi autobiografía a principios de 2007. Gracias al doctor Jonathan Waxman encontré la voluntad necesaria para escribir este libro.
Y ya para ir cerrando, unos fragmentos de su introducción a "Crash" -pensaba poner algo de "Compañía de sueños ilimitada" que me parece más torcidita pero bueno- porque, otra vez, dejan clara su postura frente a la literatura y la cultura en general:
El hecho capital del siglo XX es la aparición del concepto de posibilidad ilimitada.
Creo con firmeza que la CF considerada a menudo un mero retoño, es al contrario la principal tradición de una respuesta de la imaginación frente a la ciencia y la tecnología. No parece haber género mejor equipado para explorar este inmenso continente de lo posible.
La característica dominante de la novela moderna es su preocupación por el aislamiento del individuo, la atmósfera de introspección y alineación, un estado mental que se presenta siempre como si fuera la marca distintiva de la consciencia del siglo XX. Nada más cierto. Al contrario, a mi juicio procede totalmente del siglo pasado e ilustra la reacción contra las presiones de la sociedad burguesa parapetada en su autoridad sexual y económica... No obstante, si algo distingue al siglo XX es por cierto el optimismo, la iconografía del producto de masas, la ingenuidad, el gozo libre de culpa de todas las posibilidades de la mente.
Entre los temas que la novela tradicional ha descuidado los más importantes son sin duda, la dinámica de las sociedades humanas y el puesto del hombre en el universo... Yo creía en verdad que si fuera posible borrar del todo la literatura existente, estando obligados a comenzar de nuevo sin ningún conocimiento del pasado, todos los escritores empezarían a producir inevitablemente algo muy semejante a la ciencia ficción.
Vivimos en un mundo gobernado por ficciones de toda índole... La distinción clásica de Freud entre el contenido latente y el contenido manifiesto de los sueños, de lo aparente y lo real, hay que aplicarla hoy al mundo externo de la llamada realidad. Frente a estas realidades ¿Puede el escritor seguir utilizando las técnicas y perspectivas de la novela del siglo XIX, la narrativa lineal, la mesurada cronología, los personajes representativos fastuosamente instalados en un tiempo y espacio amplios? Cada vez es menos necesario que el escritor invente un contenido ficticio. La ficción ya está ahí. La tarea del escritor es inventar la realidad.
Estoy convencido de que en cierto sentido el escritor ya no sabe nada. No hay en él una actitud moral. Al lector sólo puede ofrecerle el contenido de su propia mente... su papel es hoy el del hombre de ciencia enfrentado a un terreno absolutamente desconocido. Todo lo que puede hacer es esbozar varias hipótesis y confrontarlas con los hechos.
Creo con firmeza que la CF considerada a menudo un mero retoño, es al contrario la principal tradición de una respuesta de la imaginación frente a la ciencia y la tecnología. No parece haber género mejor equipado para explorar este inmenso continente de lo posible.
La característica dominante de la novela moderna es su preocupación por el aislamiento del individuo, la atmósfera de introspección y alineación, un estado mental que se presenta siempre como si fuera la marca distintiva de la consciencia del siglo XX. Nada más cierto. Al contrario, a mi juicio procede totalmente del siglo pasado e ilustra la reacción contra las presiones de la sociedad burguesa parapetada en su autoridad sexual y económica... No obstante, si algo distingue al siglo XX es por cierto el optimismo, la iconografía del producto de masas, la ingenuidad, el gozo libre de culpa de todas las posibilidades de la mente.
Entre los temas que la novela tradicional ha descuidado los más importantes son sin duda, la dinámica de las sociedades humanas y el puesto del hombre en el universo... Yo creía en verdad que si fuera posible borrar del todo la literatura existente, estando obligados a comenzar de nuevo sin ningún conocimiento del pasado, todos los escritores empezarían a producir inevitablemente algo muy semejante a la ciencia ficción.
Vivimos en un mundo gobernado por ficciones de toda índole... La distinción clásica de Freud entre el contenido latente y el contenido manifiesto de los sueños, de lo aparente y lo real, hay que aplicarla hoy al mundo externo de la llamada realidad. Frente a estas realidades ¿Puede el escritor seguir utilizando las técnicas y perspectivas de la novela del siglo XIX, la narrativa lineal, la mesurada cronología, los personajes representativos fastuosamente instalados en un tiempo y espacio amplios? Cada vez es menos necesario que el escritor invente un contenido ficticio. La ficción ya está ahí. La tarea del escritor es inventar la realidad.
Estoy convencido de que en cierto sentido el escritor ya no sabe nada. No hay en él una actitud moral. Al lector sólo puede ofrecerle el contenido de su propia mente... su papel es hoy el del hombre de ciencia enfrentado a un terreno absolutamente desconocido. Todo lo que puede hacer es esbozar varias hipótesis y confrontarlas con los hechos.
Y, ahora sí, ya por último, el consejo de Ballard a quien le interese escribir -que creo que obviamente rebasa a los que buscan escribir-:
Ahora, aquella vieja y trillada pregunta: ¿Tiene algún consejo para darles a los escritores jóvenes?
La advertencia de toda una vida me insta a pronunciar algún grito de advertencia: hagan alguna otra cosa: lleven a dar un paseo al perro de alguien, fúguense con un saxofonista. Tal vez lo que está mal de ser un escritor es que uno ni siquiera puede decir "buena suerte": la suerte no desempeña ningún papel en la escritura de una novela. Nunca hay accidentes felices como puede ocurrir con el pincel o el cincel. Creo que uno no puede decir nada, verdaderamente. Siempre he querido hacer malabarismos y andar en un monociclo pero me atrevería a decir que si alguna vez le pidiera consejos a un acróbata él me diría: "Todo lo que tiene que hacer es subirse y empezar a pedalear".
La advertencia de toda una vida me insta a pronunciar algún grito de advertencia: hagan alguna otra cosa: lleven a dar un paseo al perro de alguien, fúguense con un saxofonista. Tal vez lo que está mal de ser un escritor es que uno ni siquiera puede decir "buena suerte": la suerte no desempeña ningún papel en la escritura de una novela. Nunca hay accidentes felices como puede ocurrir con el pincel o el cincel. Creo que uno no puede decir nada, verdaderamente. Siempre he querido hacer malabarismos y andar en un monociclo pero me atrevería a decir que si alguna vez le pidiera consejos a un acróbata él me diría: "Todo lo que tiene que hacer es subirse y empezar a pedalear".
Fuentes -otra vez-:
- Linda Kauffman. Malas y perversos. Fantasías en la cultura y el arte contemporáneo. Ed. Cátedra. Frónesis. Universitat de València, España, 2000
- James G. Ballard. Guía del usuario para el nuevo milenio. Ensayos y reseñas. Ed. Minotauro, España, 2002
- Hablan los escritores. The Paris Review. Traducción de David rosembaum, Ed. Kairos, España, 1981
- James G. Ballard. Milagros de vida. Una autobiografía. Ed. Mondadori, México, 2008
- James G. Ballard. Crash. Minotauro, España, 1980
Gracias por las tres entregas de Ballard, muy digerido todo para pelmazas como yo, jeje. Recibe un abrazo. El gusto musical exquisitu, as usual...
ResponderEliminarGracias por asomarse por acá chava... Imagínese de quién quiero hacer el siguiente: pu´s del Philip K. Dick, por cierto ¿Le dije cómo me hice de "Los tres estigmas de Palmer Eldritch"?... Saludos...
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