domingo, 17 de julio de 2011

17.- Blade runner -II-

He intentado enfrentarme, preguntar qué convierte al autor y las obras en canónicas. La respuesta en casi todos los casos ha resultado ser su extrañeza y su belleza... Esa capacidad de hacerte sentir extraño en tu propia casa
H. Bloom

¿Qué es la belleza? Es el acuerdo entre el contenido y la forma"
H. Ibsen

Otra vez: ¿qué mejor inicio?...



Si, como pretexto, Blade runner permite una lectura del consumo cultural que necesariamente rebasa a la película y aterriza en la cuestión
del gusto, el kitsch permite identificar a un público deseoso de ver sólo lo que quiere ver... Así, al éxito de "E.T." -resultado de un público infantiloide- lo complementa el fracaso inicial de Blade runner.

Lo que sigue sería entonces tratar de desarrollar el por qué Blade runner resulta interesante. Otra vez, supongamos -nomás pa´ tener referencias de con quienes estamos trabajando y no repetirnos- que ya nos aventamos el análisis de Roman Jakobson de Philip K. Dick o de Ridley Scott...




Los alegres compadres: Ridley Scott y Philip K. Dick en una de sus alegres chorchas y agradeciendo el análisis...




Ahora podemos partir de Omar Calabrese quien, al observar lo fragmentado del gusto contemporáneo -bueno, de 1989- propone hallar principios comunes entre teorías científicas y ciertos productos culturales para plantear con esto el paso a una estética neobarroca.

Calabrese parte de la propuesta de Wölfflin para entender toda obra como un reflejo de diferentes formas de interpretar la realidad, modos de pensamiento reflejados en el estilo de la obra. Así, plantea que en el grueso de la cultura hay un cierto estilo clásico, producto de ciertas tradiciones de pensamiento que evitan plantearse la Historia como problema y prefieren idealizarla nostálgicamente; con ello, terminan por rechazar lo nuevo en un intento conservador de estabilizar y ordenar la cultura: de decir qué es -o no- lo bello y lo bueno.

Un ejemplo de esto sería el cuerpo heroico, modelo eterno a seguir -pues refleja cierta estabilidad, y con ello seguridad-. En su pérdida de Historia dicha figura se vuelve un fetiche que puede ser militar, fantástico o "gótico". Por ejemplo:



Al mismo tiempo, Calabrese reconoce en dicha cultura obras que deliberadamente se oponen a dicha visión clásica de la realidad y a las que propone entender como parte de lo neobarroco y que se caracterizan por cierta inestabilidad, deformidad, etc. No es extraño entonces que estas obras impliquen cierta prueba de estilo sobre la no fiabilidad de la realidad, la infinita capacidad de metamorfosis de los temas o las sensibilidades. Dichas obras se vuelven un trompe l´oeil que trascienden lo visible para connotar sólo contradicciones.

Para entender mejor estos fenómenos Calabrese propone, a manera de método:
  1. Entenderlos como textos para ubicar en ellos una morfología subyacente.
  2. Eliminar juicios de valor e identificar sus categorías.
  3. Observar su dinámica para llegar a una definición del gusto.
Para tratar de ser más claros -espero- podemos sumar la propuesta de Eugenio Trías, quien parte de un principio más o menos similar: lo siniestro, que como condición siempre debe estar, y como límite de lo bello implica que, al ser revelado, lo bello pierde su encanto. Lo siniestro resulta entonces de aquello que era familiar pero terminó volviéndose extraño, oculto -por ejemplo, las zonas pudorosas- obligando así a replantear lo bello.

Así, si lo clásico busca determinar qué debe entenderse por lo bello y lo ordenado, lo barroco -como algo siniestro- introduce la idea de lo infinito: las referencias han perdido su capacidad de limitar la realidad y sugieren un "más allá" en permanente tránsito. Si lo clásico busca racionalizar la realidad como unidad, lo barroco la plantea como una totalidad ambigua en la que no hay nada seguro, incluso el tiempo ha dejado de ser lineal para desgajarse en un recipiente infinito, rítmico. Son obras que hacen evidente lo frágil de la vida, su capacidad de corrupción y muerte.

Entendiendo a Blade runner como una obra neobarroca, Calabrese parte de la idea de los replicantes como copia del ser humano, copia que se independiza y vuelve conflictiva la idea del cómo consumimos la cultura. Con esto nos acerca a 3 ideas de lo que él llama la estética de la repetición, presente en nuestra cultura y que se presenta de la siguiente forma:

  • La copia como matriz única. Al partir de un prototipo, refleja cierto principio de industrialización heredero del taylorismo que, en su extremo, implica cierto control social y regulación pedagógica: indica qué es -o no- lo bueno o lo bello.
Blade runner no se pretende original, hace clara referencia al texto del que está partiendo:



¿De qué trata Metropolis?... ? ¿De qué trata Blade runner?...

El problema es que dicha referencia es mero pretexto para mostrar sus diferencias: Si Metropolis refleja una intención -moderna- de superar una realidad, Blade runner plantea una realidad caótica en la que la lectura de las clases sociales a la manera marxista resulta ya insuficiente.

  • La estructura de los textos culturales. Donde dichas obras presentan recorridos análogos dando como resultado una apreciación rítmica del tiempo: o bien presentan reformulaciones con variantes mínimas, como por ejemplo:



Ya sabemos: es la historia de caballería, magia, bla, bla, bla,
¡todo en una sola película!...

O bien las obras se vuelven esquemas prácticamente estáticos, meros ejercicios estilísticos de su autor:






Otra vez: al encasillamiento del género -robots, naves espaciales y héroes bellos-, Blade runner opone
una mezcla de tribus -punks con Hare Krishnnas- arquitecturas -prehispánicas conviviendo con la moderna- o géneros -la ciencia ficción y la novela negra- pero no con la intención de hacer un pastel que de gusto a todos: es una mezcla donde la mayor sensación es que el ser humano ha quedado rebasado y el único consuelo que le queda es su capacidad de asombro.
Y por último:
  • El consumo de la repetición. Donde la repetición puede ser icónica, temática o narrativa y donde estas repeticiones dan paso, en su consumo, a una dialéctica entre identidad y diferencia.
A nivel de recepción, Blade runner fracasa -supongo- porque deja cierta sensación: ¿De cuándo acá resulta agradable un ser humano luchando con robots más humanos que él mismo, que valoran más la vida? ¿De cuándo acá una película exige que reflexione? ¿De cuándo acá el gusto dejó de ser cuestión personal y se volvió un asunto de estudio?, etc, etc, etc. Así, al irse separando los públicos, se puede sumar otro valor implícito en todo producto cultural: su lenguaje político.

Pero bueno, ya fue mucho
bla, bla, bla y, como sabiamente dijo Johnny Knoxville: "Fuck art, let´s dance" así que...



Bye bye...


Bibliografía

Omar Calabrese. La era neobarroca.
Eugenio Trías. Lo bello y lo siniestro.
Miguel Ángel Prieto. Blade Runner

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